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martes, 8 de marzo de 2011

Grandes misterios de la humanidad VII: telebasura

¿Por qué la programación de la tele es tan vulgar, soez, inconsistente y vociferante? ¿Es que nadie se da cuenta que los y sobre todo las supuestas periodistas, que no deben de serlo tanto cuando se pasan todo el tiempo repitiendo que lo son, en vez de dar una imagen profesional parece que se han escapado de un gallinero tercermundista? No respetan los turnos de palabra, ni la legislación sobre contaminación acústica, aumentan los decibelios al mismo ritmo que desciende la coherencia de sus palabras. Por ejemplo, no hace mucho, y de hecho nunca dejan de hacerlo, la tomaron con Belén Esteban ¿Por qué no la dejan en paz de una buena vez?  Si continúan así, acabará por darle un soponcio en directo. Si su marido le pone o le deja de poner los cuernos es asunto suyo y son ellos los que deben solucionarlo como mejor les parezca. Los debates multitudinarios al respecto sobran. Que si un desliz no tiene importancia, que si ella es muy chapada a la antigua, que si para ser moderno hay que ser un promiscuo. Resultado: la involución mental de la población. Se están transmitiendo unos valores deplorables. Ahora resulta que todo lo tradicional es malo y todo lo moderno es guay, sin contar que muchas de las ideas o actitudes que proclaman como modernas son más viejas que Matusalem, con lo que , encima demuestran una ignorancia aterradora. Sobre todo teniendo en cuenta lo periodistas y super mega titulados que, supuestamente, son. A mi modo de ver en ambos mundos hay cosas buenas y malas y deberíamos elegir lo  mejor de ambas. Pues no, ahora resulta que si te ofende que tu marido te engañe eres una antigua ¡Qué te pongan los cuernos a tí a ver qué tal te sienta! Que vale que no hay que convertirse en una monja de clausura (si no tienes vocación, se entiende) pero tampoco has de ir por ahí, acostándote con todo lo que se te pone por delante en pos de la modernidad. Pero lo que más me ofende de todo este asunto, es que  se tiraron semanas dándole vueltas a lo mismo, y bastante doloroso tuvo que ser para ella semejante asunto, como para que lo vayan televisando en vivo.  Y la otra, que si los invitados cobran o dejan de cobrar por ir a los platós. Resulta que aparte de algún invitado serio que se sienta a hablar de la presentación de una película o similar, se ha prodigado toda una serie de personajillos oportunistas que se están forrando a costa de haberse acostado, supuestamente, con tal o cual famoso. El problema no lo tienen ellos, lo tienen las cadenas y, en última instancia, los espectadores que les damos cuerda. Si yo me invento que me he acostado, pongamos con un futbolista, y me pagan una millonada por contarlo en la tele, más tonta seré si no salgo y me forro. Al menos eso piensa la audiencia. Aunque me parece deplorable que no les importe caer tan bajo como para quedar como un zorrón, perjudicar a un montón de gente y dar la tabarra en general, a cambio de dinero. Todo vuelve, señores y si yo me comporto como una trepa, otro vendrá que hará lo mismo o peor sin importarle, como no me importó a mí en su momento, llevarme por delante.

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