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viernes, 6 de abril de 2012

LA PASIÓN DE CRISTO

Qué mejor película para comentar en Viernes Santo que LA PASIÓN DE CRISTO. Inenarrable, totalmente catártica, aunque la verdad es que has de tener el día, porque menudo panzón de llorar que me pegué. La película, como su propio nombre indica, se centra únicamente en la Pasión aunque hay alguna pequeña analepsis sobre la infancia de Jesús. Me gusta mucho toda la ambientación, y el hecho de que esté rodada en latín y en arameo le da un toque realista muy interesante. Pero lo que más me gusta es que Jesucristo es una persona normal, especial sí, pero normal, no el Kent Jesucristo que nos presentan en la mayoría de las películas del estilo, que se caracteriza porque es rubio de bote y lo hace todo tan perfecto que resulta inverósimil incluso para él. Porque  vale que  Jesucristo es el hijo de Dios, pero es Dios hecho hombre, y como todos los hombres tiene sus debilidades. Se agradece que en esta versión, no vaya por ahí sermoneando a todo el mundo por no ser perfecto (ya os hablé del tonillo cuando comenté Ben-Hur). Aquí se nos presenta un Jesucristo muy humano, convencido de su misión pero aterrorizado ante la inminencia de su pasión y su muerte.  Otra de las cosas que llama la atención es que, pese a la dureza y el tremendo realismo de algunas escenas,  están rodadas con mucha elegancia y delicadeza, con un refinado sentido de la estética que hace que resulten más llevaderas para el espectador. Si la película la hubiera rodado Tarantino no quiero saber cómo hubiera quedado, aunque probablemente, dada su tendencia a la exageración, hubiese terminado siendo una comedia gore. Lo que  quiero decir es que si se hubiera rodado con el tono realista, explícito y escabroso que impera últimamente, hubiera sido una película imposible de ver para la mayoría de la gente. Un último apunte que es lo que realmente me puso los pelos de punta. Lo que da miedo, no es demonio que se nos presenta como un ente etéreo y tentador que apenas aparece, y que lo que hace en realidad es que que Jesús se enfrente a sus propios miedos y deseos, sino los legionarios. Madre mía los legionarios, esos si que dan miedo, con su corporeidad aplastante y su concupiscencia llevada al extremo. Al demonio puedes escucharlo o no, aunque pueda resultar muy persuasivo, los legionarios agarran la lanza y te empalan por menos de nada.

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