Haruhiro se despierta desorientado y rodeado de oscuridad. A su alrededor hay más personas en su misma situación y ninguno de ellos recuerda nada aparte de su nombre. Ni quiénes eran ni de dónde vienen..nada. Han sido trasladados a Grimgar, un mundo de fantasía en el que deben formar equipos y transformarse en soldados voluntarios para poder sobrevivir. Un videojuego total. Por desgracia para Haruhiro, todos se apresuran a formar equipos y él queda en el grupo de los descartes. Por lo que su equipo es el más inepto de la historia y tienen muchos problemas para seguir adelante porque hasta el enemigo más débil puede con ellos. Para colmo de sus males cuando empiezan a mejorar un poco, un grupo de goblins les tiende una emboscada y mata a su líder, Manato. Para evitar que su espíritu regrese como un no-muerto deben incinerarlo lo que acaba con sus escasos fondos y su ya maltrecha moral. Manato no sólo era el líder, sino que era el sanador del grupo así que necesitan uno nuevo porque sin sanador están perdidos. Así es como conocen a Mary que entra en el grupo como sustituto de Manato pero ella es distante y fría y no hace nada por integrarse. Más tarde descubren que Mary es así porque perdió a tres miembros de su equipo en una campaña y se siente culpable por ello. Por eso va de grupo en grupo sin quedarse demasiado en ninguno. Juntos deberán aprender a entenderse y superar sus traumas.
Un isekai precioso con un dibujo cuidado y una paleta de colores exquisita. Me ha sorprendido que fuera bastante profundo en lugar de ser un shonen al uso. La lástima es que sólo tiene una temporada y aunque el final es bastante cerrado acaba cuando empieza lo bueno y te quedas con las ganas de saber qué es exactamente Grimgar y por qué están todos allí con amnesia. Va a tocar leerse el manga o la novela ligera original.
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