Lo que he dicho en el título, ni más ni menos. La literatura juvenil está haciendo mucho daño, en especial la que va dirigida a las chicas. Como lectora, como escritora, como filóloga y como ser humano me ponen los pelos de punta esos pastiches hipermasticados mezcla de todo y de nada con menos originalidad que una ameba y una estructura narrativa que no hay por dónde cogerla. Ya no me meto en si están mejor o peor escritas. Claro que hay buenas novelas juveniles, pero me alucina que hace no tanto tiempo se consideraba juvenil El Conde De Montecristo, una de las mejores novelas que he leído, y con un estupendo mensaje que hace que el lector se plantee una serie de de cuestiones existenciales importantes, y ahora la mayor complejidad radique en que la protagonista (porque como la mayoría de adolescentes que lee son chicas, una gran parte de la industria se centra en ellas) decida con qué malote de pacotilla se queda porque todos se mueren por sus huesos. Ahora todo son distopias recauchutadas en las que una protagonista pánfila y estúpida como pocas de repente se pone a jugar a ser superguerrera. Y digo jugar porque las superguerreras de verdad no son pánfilas, ni sueltan esa sarta de tonterías moralizantes que parecen más un libro de autoayuda que la reflexión de un personaje. Iba a poner una foto pero tampoco quiero centrarme en una en concreto porque no sería justo. Ahora lo que mola es ser estúpido y maleducado y hacer lo que te de la gana sin tener en cuenta las consecuencias. Esos son los valores que se están transmitiendo nos guste o no y de manera simple y poco elaborada que leer cansa y tengo que entender todas las palabras porque los diccionarios son muy difíciles de manejar.
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