Hoy vuelvo a estar filosófica y voy a retomar el eterno debate entre la técnica y la inspiración. Hay quién no cree que la inspiración exista y que todo se basa en tener una técnica depurada y precisa. Nada más lejos de la realidad. Es innegable que tener una buena técnica es imprescindible porque ¿de qué te sirve que tus ideas sean geniales si cuando las plasmas sobre el papel no las entiende ni el tato? Por el contrario puede que escribas estupendamente pero tus ideas sean un tostón de campeonato. Lo suyo es un equilibrio. Debes tener buenas ideas y saber plasmarlas como se merecen. Si has de pecar de algo (siempre teniendo las dos) es mejor pecar de inspirado que de técnico. Me explico: una novela con una buena base y una ejecución técnica mediocre (que no pésima) siempre resultará más entretenida que una ejecución perfecta y un argumento de aquellos que no hay por donde cogerlos. Y voy a poner dos ejemplos: Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán y El Escándalo de Pedro Antonio de Alarcón. La primera es un exquisito brocado lingüístico, dudo que haya muchas obras tan bien escritas pero, sinceramente, fui incapaz de leerla. La segunda, no estando ni de lejos tan bien escrita, tiene algo que engancha y no puedes dejar de leer hasta llegar al final (que resulta decepcionante por cierto). Si alguién pudiera conseguir una novela tan bien escrita como el Guzmán y tan adictiva como El Escándalo nos hallaríamos ante la obra perfecta. Una vez dicho esto voy a hablar de mi experiencia personal como escritora.
He leído un montón de artículos con consejos y pautas de cómo se ha de escribir una novela. Que si tienes que hacerte un esquema, que si tienes que organizar los arcos argumentales y saber desde el primer momento lo que va a suceder desde el principio hasta el final...seguro que son buenos consejos y a mucha gente puedan resultarle útiles a la hora de organizar su trabajo pero yo lo he intentado y soy incapaz de hacerlo. Soy una persona organizada, constante y disciplinada, pero mi musa es una cachonda y me juega muy malas pasadas. Al principio intentaba hacer fichas de personaje, esquemas y llevar un seguimiento de todo el proceso. Fue inútil. Como ya comenté en una entrada acerca de mis personajes las ideas vienen cuando les parece y a veces incluso te despiertan en plena noche para indicarte que debes cambiar el orden de los capítulos o la ubicación de un personaje. El proceso en sí mismo es apasionante aunque luego te lleve la vida ponerlo todo en su sitio. A veces me da la impresión de que durante el proceso creativo entras en contacto con otras realidades. Los personajes tienen vida propia y las acciones se revelan cuando lo consideran oportuno aunque ello comporte la tarea titánica de reestructurarlo todo. En definitiva creo que lo importante no es cómo se haga, cada autor es un mundo y tiene su forma de trabajar, lo realmente importante es que el resultado sea coherente y la novela buena.
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