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jueves, 22 de noviembre de 2018

Sucesos para anormales en Cuarto Milenio

No me gusta la tele, para que vamos a engañarnos. Quiero que quede claro que no es por esnobismo ni nada parecido. A la primera que le gusta ver un programa distendido o una película de palomitas es a mí. No me limito a ver cine de autor y sesudos documentales, pero me repugna en lo que se está convirtiendo la programación. Se trata de saber quién grita más y quién tiene la moral más deleznable. Lo que sea con tal de salir en la tele. Con los últimos ralitys que están haciendo (y que acabas viendo por narices a la que zapees un poco. Los anuncian y los resumen a todas horas) está quedando patente que el tema se les está yendo de las manos y da igual la cadena o la naturaleza del programa. Uno de los pocos programas que me gusta ver es Cuarto Milenio. Los temas son interesantes (obviamente unos más que otros) y nadie grita ni se falta al respeto. Pero los programadores parecen odiarlo. No paran de interrumpirlo con anuncios en mitad de las secciones, dejando a los pobres invitados con la palabra en la boca cuando lo tienen muy fácil para cortar entre sección y sección dada la estructura del programa. Y eso sin tener en cuenta que, como saben que tiene una audiencia fiel, lo cambian de horario constantemente. Aprovechan para ponerle delante el estreno de turno, por muy zafio que sea, y obligar a la gente que está esperando a verlo. Señores programadores: la gente que ve ese programa en concreto lo vería en cualquier otra cadena. Dejen de interrumpir una historia interesante con anuncios de programas cutres en los que unas chonis se tiran de las greñas. El público al que le gusta la carnaza no está viendo Cuarto Milenio. No es una crítica es una realidad. Con esa estrategia sólo van a conseguir que la gente se grabe el programa o lo vea por internet (otra odisea por cierto). Ya quedan pocos programas serios, dejen que la gente pueda disfrutarlos. 

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