No he podido resistirme al ataque de nostalgia ochentera que me ha provocado el visionado de semejante serie. Me pregunto por qué mis amigos son tan flipados como yo y me recomiendan estas cosas. Mi hipótesis es que los protagonistas de la mítica Karate Kid, la original y no ese esperpento de remake perpetrado hace unos años en la que ni siquiera se practica kárate sino kung fu, se encontraron en una especie de reunión de actores venidos a menos y brindaron por el pasado mucho más de la cuenta. Aprovechando la brecha de autoparodias abierta por producciones como Los Mercenarios, JCVD o Jean-Claude Van Johnson todas comentadas en esta bitácora (Dios que friki soy), decidieron hacer lo mismo y revivir sus dias de gloria rieéndose de ellos mismos. Era muy fácil hacer un estropicio pero la verdad es que el resultado es espectacular. Con muchos guiños al original, y aprovechando metraje para las analepsis como si no hubiera un mañana al más puro estilo Rocky, la serie narra el reencuentro entre Daniel LaRusso y su archienemigo de juventud Johnny Lawrence. LaRusso es ahora un triunfador y Lawrence es la decadencia en estado puro. No quiero desvelar nada, sólo diré que Lawrence decide reabrir Cobra Kai y a partir de ahí se desencadena la acción. A su favor decir que los personajes están mucho más dibujados que en las películas y que las cosas son mucho más complejas de lo que parece. Ni el bueno es tan bueno, ni el malo tan malo y hay muchos malentendidos de por medio. Y lo mejor : han aprobado una segunda temporada.
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