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sábado, 13 de julio de 2019

A veces para documentarse hay que hacer el idiota

Cuando uno piensa en la labor de documentación de un escritor se lo imagina enterrado en un mar de libros o recorriendo bibliotecas en busca de antiguos legajos en los que sumergirse.
Esto no es tan fácil de hacer
 las espadas pesan bastante. 
Eso no siempre es así. Yo soy partidaria de documentarse lo justo. Hay autores que leen infinidad de libros para escribir una sola escena y luego se sienten obligados a plasmar en ella lo mucho que se han documentado escribiendo tediosas descripciones de quince o veinte páginas para indicar que en la estancia hay una bóveda. A mí entender has de saber qué es una bóveda y cómo es pero el lector no tiene porqué sufrir las consecuencias de tus ansias de documentación. Si el autor sabe de lo que está hablando se nota, no hace falta que haga alarde de ello. A veces resulta mucho más útil una pequeña experimentación empírica que largas horas de lectura. Por ejemplo, queda muy bien que el héroe vaya por ahí con su arco y su carcaj colgados a la espalda pero hasta que no te los pones no puedes saber que es fácil que se enreden y provoquen que tu personaje haga un ridículo espantoso, si es que no provoca que lo maten. Lo mismo pasa con las espadas, hasta que no coges una no eres consciente de lo que pesan y lo difícil que es manejarlas. Aún no he tenido la ocasión de ponerme una armadura pero sí un traje regional de mujer y, aunque era un poco de pega, me hago una idea de lo aparatosos que pueden resultar los trajes antiguos. De modo que no puedo describir que una gentil damisela haga según qué cosas con un atuendo determinado. En las pelis queda genial pero si te caes al agua con un miriñaque va a ser que te ahogas. 

lunes, 8 de julio de 2019

Haciendo experimentos con las redes sociales

Hace tiempo que no escribo en la bitácora porque he estado muy ocupada haciendo el oso con mis redes sociales. Si recordáis en entradas anteriores comentaba que soy una negada para las redes sociales y que mi Instagram da pena. No me desdigo de cuánto dije pero ahora mis redes ya no son tan patéticas porque he descubierto el maravilloso mundo de la almohadilla (#) a la que ahor
a todo el mundo llama hastag. La verdad es que más o menos funciona aunque tengo que acabar de pillarle el aire. Me ha aumentado el número de seguidores e incluso hay gente que le da al corazoncillo ese tan mono. En fin que estoy haciendo experimentos, cuelgo fotos de mis libros... Es divertido. Siempre y cuando no te obsesiones y te lo tomes como lo que es, una herramienta en el mejor de los casos y un divertimento en el resto. A lo mejor algún día incluso vendo libros🤣🤣🤣 pero para eso creo que aún tengo que aprender bastante.