Lee Joo-won tiene veinticinco años y un trabajo precario de media jornada en una tienda que apenas le alcanza para vivir. Un día se ve obligado a ir al entierro de uno de sus tíos que ha muerto de manera inesperada. En el funeral se entera de que su tío tenía una hija que nadie sabía que existía. La encuentran tirada en un rincón y hecha un adefesio. Los familiares intentan desentenderse de ella y él siente pena porque también es huérfano y decide adoptarla. Lo hace de manera impulsiva y tiene que sortear problemas burocráticos y de organización sin contar con los gastos que conlleva tener una niña pequeña. Por suerte su jefe le permite llevar a Yeondu a la tienda mientras encuentra una guardería y se organiza. La tienda está cerca de un instituto y muchos de los clientes son alumnos de secundaria que se hacen muy amigos de la niña porque es una auténtica monada. Uno de los clientes tiene un canal de metube y le recomienda a Joo-won que se haga uno con Yeondu porque hay un apartado para niños y le vendría bien ganar un dinero extra. Joo-won no termina de verlo claro pero Yeondu tiene muchos miedos y complejos porque su padre la trataba muy mal y decide hacer un vídeo de prueba para demostrarle que a la gente le gusta y subirle la moral. Todo se acelera cuando el video se hace viral.
Es un manhwa muy entretenido y agradable de leer. Contra todo pronóstico es una historia muy kawaii y naif. Joo-won y Yeondu se salvan la vida mutuamente porque desde que se encuentran todo mejora. Para ella porque tiene por fin un padre que la quiere y se preocupa por ella y para él porque se ve obligado a espabilarse y a retomar su faceta artística que había abandonado a raíz de la muerte de sus padres. A medida que avanza la historia van conociendo a diferentes personajes y se van ayudando mutuamente. Se va viendo cómo crece el canal a la par que su relación y su círculo de amistades. El manhwa sigue abierto pero vale la pena leerlo.
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