La protagonista de la que se desconoce el nombre original, es una diseñadora amateur que tras licenciarse en la universidad muere atropellada por un coche. Renace en un mundo paralelo como Adelaide Bourbon la hija de un noble. Adelaide empieza de cero criándose con una nueva familia pero conservando los recuerdos de su vida anterior. Diecisiete años después, se entera de que ha aparecido un viajero interdimensional, una exótica mujer de cabello negro. Con la excusa de su presentación en sociedad, convence a sus padres para ir a la capital para poder conocerla y ver si tiene alguna relación con su vida pasada. Adelaide se hospeda con su madre en casa de su tía en espera de poder asistir a un baile de debutantes que se celebrará en el palacio imperial en los próximos días. En el baile conoce al príncipe heredero y se reencuentra con el duque Félix al que había conocido por casualidad unos días antes en una pastelería. Por ellos descubre que Susan, la viajera interdimensional se está alojando en casa de éste último y que él está deseando quitársela de encima porque trata de seducirlo constantemente y hay muchos rumores acerca de que mantienen una supuesta relación sentimental. Es entonces cuando el príncipe heredero les propone que se comprometan para que Félix pueda echar a Susan de su casa con la excusa de que un hombre comprometido no puede vivir con una mujer soltera.
Es un isekai muy divertido, sobre todo al principio. Tanto Adelaide como el príncipe son unos flipados de la vida y no sólo se hacen amigos al instante sino que empiezan a organizarle la vida a Félix que lo pasa fatal porque es un pedazo de tsundere. Además todo se precipita porque Adelaide conoce la verdadera identidad de Susan, y digamos que Félix tiene motivos para desear quitársela de encima. El final es un poco pasteloso para mí gusto pero es que a mí las declaraciones de amor públicas en plan peliculero me dan bastante alergia y aunque puedo entender los motivos de Adelaide y en el fondo es una declaración indirecta y no cae en los topicarros de "me arrodillo delante de 300.000 personas y te pido matrimonio mientras todos aplauden" me parece mucho más auténtica la declaración del príncipe. Aparte de que que no puedes ir por ahí exigiéndole a un tsundere nivel Dios que haga una manifestación pública de afecto. Demasiado tiene con reconocer sus sentimientos ante sí mismo. Por lo demás me ha gustado bastante, sobre todo la primera parte, luego ya no es tan divertida pero sigue siendo entretenida. Y el final es correcto tampoco es que sea un espanto, será que en el fondo soy un poco tsundere yo también y el tema de declararse en público me mata aunque en este caso tiene cierta justificación.
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