Por eso he decidido contar la historia de mis novelas. La publicidad sale cara y si uno no tiene padrinos, resulta muy difícil venderlas. Había pensado en regalar un juego de sartenes y un ventilador portátil a los 100 primeros afortunados en comprar mis libros, pero he pensado que me iba a salir más barato comprarme las novelas yo misma, así que los intrépidos lectores que decidan hacerlo tendrán que conformarse con mi más encarecido agradecimiento.
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