Como su propio nombre indica está basada en hechos reales, aunque por suerte sin que eso sea sinónimo de desgracias escabrosas a mansalva, como suele ocurrir con los telefilmes de sobremesa a los que nos tienen acostumbrados las televisiones. Creo que ya lo he dicho en alguna ocasión pero en todo caso me reafirmo REALIDAD NO ES IGUAL A DESGRACIA, a ver si nos vamos enterando. Dicho esto, la película no puede negar que es verdadera porque semejante extravagancia es difícil de imaginar. Un anciano recibe la noticia de que su hermano, con quién hace más de diez años que no se habla, ha sufrido un infarto. Después de reflexionar decide ir a visitarlo para hacer las paces. Hasta ahí todo parece normal. La genialidad del anciano es que decide recorrer los quinientos kilómetros que los separan enganchando un remolque a su cortacésped.
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